martes, 22 de junio de 2010

La Noche

la noche corre por el caudal de las manecillas,
mi impaciente soledad no se acomoda en ningún sitio,
la habitación esta impregnada de pesadez,
las cenizas huelen a magnolias y el whisky no sabe a nada.

la noche parece madrugar y las sombras bailotean
al ritmo de las velas, el humo sereno como siempre
se marcha elegante por la ventana,

solos el tic y el tac,
cómplices y asesinos,
detestables y necesarios
compañeros en la víspera de todos los santos

me dedico a matar al tiempo,
escribiendo pestes sin descanso,
escribiendo cartas a la niebla,
entrañable amante de la noche,
perfecta y bella en su velo,
pálida y frívola como el cariño de una puta

las sombras salen de noche,
solas sin sus carnes,
deambulan las calles
sin tropiezos ni reparos,
a su paso anda siempre detrás el miedo

inseparable es la alegría de la tristeza
inseparable la tristeza de mi vida
inmensa distancia hay de mi alegría con
lo ordinario, con lo superfluo, con la noche

razón de peso hay en mantenerse despierto
en noches tan densas,
contemplar las lágrimas que el aire
arrastra de todas las habitaciones a media luz
y ver sonreir a la luna
mofada hasta el dolor que cala su alma,
ella quien solo tiene luz para
reflejar las penas en los vasos asomados por las
ventanas, reflejándose en tragos insípidos
adulterados de dolor...

3 comentarios:

Marisol dijo...

ninguna... ninguna noche en especial...

Sr. Olvido dijo...

¿nos queda tiempo de llorar la vida?,¿de desangrar el mundo por un dedo? ¿de morir? ¿de ser?...

Nos queda más que eso, nos quedan aquellas noches donde todos los gatos son pardos, incluso la muerte.

Un deleite desvelarse con esa la noche, por hoy, la suya.

Unknown dijo...

La noche es indómita, como los demonios que habitan bajo las sabanas blancas de un hotel de paso.