miércoles, 18 de noviembre de 2009

practicando

de nuevo se me dificulta respirar
el corazón no me cabe
y las palabras se atoran,
de nuevo mis manos se humedecen
los escalofríos vuelven
y las palabras siguen aferradas a mi garganta.

La ultima calada, las mas honda, el cigarrillo ardió mis yemas
y despido un aroma de ansiedad que nado hasta las narices
de los ancianos que con disgusto me miraban,
en aquella esquina las farolas no funcionaban
y los autos era lo único que iluminaba mi deprimente silueta
eran las 9:50 cuando llegaste tu y tu perfume
con un pañuelo limpio mi rostro
insistiendo particularmente en la frente,
mi abrigo de lluvia me ahoga, todo derrepente parece caluroso
busco en mi chaqueta con cierta impaciencia
un garabato arrugado al fondo de la bolsa, muy al fondo,
me aclaro la garganta y me dispongo a leerlo,
-sabes- me dijo, -no hace falta, se lo que intentas decir-,
un silencio nos tomo de las manos y nos despedimos,
prometimos no volvernos a ver,
ahora solo me queda una duda,
la duda de si en verdad eso que no dije era lo quería decir.